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miércoles, 31 de julio de 2013

Ruta del Padre

Hace ya unos días, en una de mis rutinarias idas y venidas entre Hendaya y Logroño, decidí hacerle un homenaje a mi padre. El acto en cuestión consistía en calcar la ruta que él hizo tantas veces años atras.



Con la moto y las maletas bien cargadas, lo primero antes de salir de Logroño fue pasar por la gasolinera.


 De ahí me fui directo a Viana para tomar la antigual carretera a Pamplona; en la cual, siempre me resulta inevitable recordar a Barbo.

Entre Viana y Torres del río la carretera se disfruta mucho aunque a partir de ahí se vuelve más aburrida. Al pasar Villamayor de Monjardín siempre digo lo mismo: "algún día tengo que subir a ese castillo". (Esta vez tampoco fue la buena).

Había llegado a Estella y aquí la cosa iba a cambiar, me esperaban curvas y más curvas en los puertos de Lizarraga y Lizarrusti.

A la salida de Estella tomé la Na-120. La subida a Lizarraga se hace casi sin darte cuenta ya que es bastante prolongada. En su cima, antes de atravesar el túnel, hay un par de ventas donde la gente para a tomar algo.

Unos metros después de coronar, la carretera atraviesa un túnel, tras el cual hay un mirador con una cruz en lo alto.



Desde el mirador hay unas vistas preciosas del valle y los alrededores pero también de la carretera que te lleva hasta el pueblo de Lizarraga. Lo malo es que no hay mucho sitio donde aparcarse para ir al mirador.



 La cara norte del puerto (en este caso la de bajada) tiene curvas muy cerradas y bastante pendiente por lo que hay que tener cuidado con la velocidad de llegada a las curvas.

Una vez abajo, crucé el pueblo de Lizarraga, la A10 que une Pamplona con Vitoria y el pueblo de Etxarri-Arnatz para continuar por la Na-120. Una vez llegué a la frontera con la provincia de Guipúzcoa me paré en la venta que hay para tirar la foto.

El puerto de Lizarrusti no tiene mucha altura (622 m.) pero la verdad es que impresiona bastante.
Está dentro de un frondoso bosque y repleto de curvas muy lentas y consecutivas.

Son varias las historias que me ha contado mi padre sobre este puerto.

Él hacía esta ruta semanalmente a finales de los años 70 mientras que yo lo pasé en plan turista una soleada tarde de junio.

Para mi fue un placer pero seguro que esto no es ni por asomo lo mismo que cruzarlo una fría madrugada de invierno, con una niebla tan densa que no te deja ver ni el morro del coche y en cima en aquellos años tan difíciles...

Una vez llegué a Beasaín tomé la A1 hasta Donosti y de ahí a Hendaya.