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domingo, 25 de noviembre de 2012

Mi primer marrón

Esta creo que será la ruta más corta que narraré en este blog pero posiblemente una de las más excitantes. La ruta tan sólo consta de unos 10 kilómetros (contando ida y vuelta) pero para mi ha sido muy especial...

¡Mis primeros kilómetros fuera del asfalto!


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Un martes por la mañana, salgo de trabajar, hace sol y me encuentro con ganas de hacer un poco el dominguero así que... ¡Allá voy!

Como mi experiencia en conducción off-road es simplemente inexistente decido buscar un camino conocido y en buen estado. La zona entre Sotes, Hornos de Moncalvillo y Navarrete la conozco de hacerla en bici y sé que combina algún tramo hormigonado con pistas más o menos buenas.

Había llovido unos días antes por lo que se mezclaban zonas arcillosas blandas con caminos llenos de gravilla secos.

Salgo del asfalto en la carretera que va hacia Hornos de Moncalvillo. Al principio el camino no queda claro si es asfalto muy deteriorado o camino algo asfaltado pero lo que si tiene es gravilla.
Entro despacio, con mucha precaución. Las sensaciones son muchas pero principalmente cautela. El camino está en bajada y con mucha gravilla hasta llegar a un riachuelo, donde empieza a subir y la gravilla desaparece. Hasta ahí todo sencillo ya que no hay prácticamente giros que es donde más "respeto" me da la gravilla (sin contar las frenadas).

Ahora el camino es el típico de viñas que todos aquí en La Rioja conocemos. Como hacía unos días había estado lloviendo, todavía estaba húmedo, con algún pequeño charco y roderas de otros vehículos que prácticamente estaban secas. Me convenzo a mi mismo de que no pasa nada y abro gas, tratando de anticipar la trayectoria a seguir evitando caer en roderas y zonas más húmedas.
Estoy puesto de pie sobre las estriberas para tener mejor control de la moto y ver lo que tengo bajo mi rueda delantera.
Este tramo no son más de 500 metros, tras los cuales hay una zona hormigonada. Paro un momento y hago un par de fotos a las ruedas. Parece que no estaba haciendo gran cosa pero las ruedas y el frontal de la quilla (no tengo la foto) dicen lo contrario.

Tras el hormigón, una recta en subida con más agua que el tramo anterior. Es corta y al final tiene una zona de barro que ocupa todo el ancho del camino. Lo bueno es que es corto y que justo acaba donde el camino se convierte en asfalto.
Decidido, acelero sin vacilar, manteniéndome de pie y lo supero sin ningún problema.
Acabo de entrar en una zona asfaltada que lleva al pueblo pero al poco tiempo, giro a la izquierda, orientándome hacia Navarrete.
Poco a poco el camino se va fundiendo con la tierra y las piedras hasta que desaparece por completo. Aquí el terreno está seco y podría rodarse rápido, cosa que no hago; es importante conocer tus límites. Definitivamente, una de las cosas que reconozco no dominar es cómo deben tomarse las curvas en caminos secos con mucha piedrilla suelta. Me da la sensación de que si giro el manillar se me va a ir la rueda delantera y si trato de inclinar la moto como en carretera se me van a ir las dos. Supongo que la experiencia me dará la respuesta...
El camino empieza a cambiar. Desaparece la gravilla, ahora es arcilla seca con roderas que voy evitando. A un lado tengo viñas y a mi izquierda, aunque no puedo verlo, tengo el pantano de Valbornedo.

El camino está cada vez más roto pero decido seguir adelante, le estoy cogiendo el gusto a lo marrón. Hago un giro a la izquierda y empiezo una bajada en bastante mal estado. Voy muy despacio y en primera para retener bien la moto. A los pocos metros, aparece un charco con mucha agua que ocupa todo el camino. Se ve con cierta profundidad y anchura así que decido lo más coherente: media vuelta.

Regreso por el mismo camino y, al igual que al venir, ruedo en marchas largas y casi siempre de pie sobre la moto. Prefiero llevar machar largas ya que así el puño es menos sensible a posibles errores que pueda cometer.


Soy consciente de que no ha sido gran cosa pero para mi ha resultado especial. Me queda mucho por aprender en carretera y todo en lo marrón pero poco a poco sé que esto irá a más. 
Me ha picado el gusanito ese que, como dice mi amigo Toño, sólo se siente fuera del asfalto. El off-road es especial y eso no puede negarse. 

Ahora sólo me queda seguir creciendo...

jueves, 22 de noviembre de 2012

Café del Moderador

Una tarde de lunes, los moderadores del foro "Desmotriumph" y ganas de salir a tomar un café. Con estos ingredientes no es de extrañar que saliese algo así:


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Una muy buena tarde: 80 kiómetros, dos cortados y un buen rato entre amigos. ¿Qué más se puede pedir?


La tarde no tenía precisamente un cielo azul intenso de esos que se ven en verano pero las ganas de moto no se frenan por cuatro nubes (al final no llovió pero eso no lo sabíamos todavía).

Allí estaba yo, en la gasolinera de siempre, en una tarde gris, muy gris...
De repente, como un coro navideño de voces graves (pandereta incluida), irrumpió el sonido de una moto que se acercaba. Todavía no podía verla pero bien seguro estaba de quién debía ser.
Al llegar, la gasolinera cambió por completo. Ya no parecía un día gris de otoño si no un febrero tinerfeño en pleno carnaval. El rojo Ducati acababa de salir a escena de la mano de Doc.
Su "nueva" moto de siempre lucía espectacular. Como una reina del baile en cualquier fiesta de graduación americana.
Tras llenar la barriga a la Ducati nos saludamos y decidimos dónde tomar café. Miramos al cielo y al reloj, sincronizamos ambos y propusimos destino, el Campo de Golf de Sojuela (Moncalvillo Green).

Salimos por la circunvalación de Logroño y tomamos dirección Burgos hasta la salida de Ventosa. Por esta carretera de doble carril circulamos tranquilos, paseando entre los coches.

Tomamos la salida de Ventosa. Yo iba delante, trazando cómodamente las curvas, hasta llegar a Hornos de Moncalvillo. Saliendo del pueblo hay un recta larga. Yo, iluso de mí, comienzo a acelerar mientras observo el paisaje y la Ermita del Cristo en plan dominguero. De repente, ¡una bala roja me pasa por la izquierda como si fuese un caza de guerra! Va a ser que la Ducati acelera...
A partir de ahí, creo que la palabra que mejor define la ruta es "PERSECUCIÓN".

Acelero más fuerte, tratando de convertir el punto rojo que se aleja rápidamente en la moto de Doc. Curva a la derecha y bajada a Daroca de Rioja. Cruzamos el pueblo y enfilamos el tramo de curvas que lleva hasta Medrano. Debo emplearme a fondo para tratar seguir el ritmo que marca la Ducati. Una gran moto con unas muy buenas manos que me sirven de aprendizaje y guía, aunque en la distancia.
Pasamos Sojuela y tomamos el desvío para subir a Moncalvillo Green. Un cortado humeante nos esperaba arriba.


Dos cortados acompañaron la conversación en la barra del bar (los monos Ducati no se llevan bien con las sillas). Evidentemente, hablamos de motos pero también del funcionamiento del foro, del cual estamos muy contentos. 

Se hacía tarde y las responsabilidades obligaban así que salimos del bar para volver a casa. Doc seguía delante y yo tras él. 

El ritmo de vuelta también fue alegre. Bajamos a Nalda para tomar la carretera que discurre paralela al río Iregua. Doc trazaba impecable y la V-Strom y yo hacíamos lo que podíamos por mantenernos detrás. Tras cada curva, estrujaba el puño del gas para no perder de vista a mi compañero. 
En este tipo de carretera con algunos baches la Suzuki se comporta muy bien. Las suspensiones, tragaban las irregularidades del asfalto con la misma bondad que lo hacía el mítico "Tragantúa" con los niños en San Mateo, ¡qué recuerdos de niñez! 

En éstas llegamos a Villamediana de Iregua, donde nuestros caminos se separaban. Doc se quedaba allí y yo continuaba mi ruta con un pequeño rodeo para volver a casa. Decidí tomármelo con calma, puse rumbo a Murillo de río Leza y desde allí a Agoncillo. La N-232 me llevó de vuelta a Logroño pasando por Bodegas Darien, cuyo edificio personalmente me parece precioso.

Imagen obtenida de http://www.bodegasdelogrono.com

sábado, 17 de noviembre de 2012

Codes - León Dormido - Herrera

Esa semana estaba prevista la vista de los amigos del "clubmotoristadaganzo" (aunque finalmente no pudo ser) y, con la idea de reconocer el terreno, decidí pasar la tarde dando una vuelta en moto. Avisé a Toño y Barbo, los dos únicos que pensé que podrían acompañarme pero no estaban disponibles así que me enfundé la ropa de la moto y me fui a disfrutar de esta pedazo de ruta que véis abajo con mi V-Strom.




La tarde estaba preciosa, soleada y sin viento. Hasta Viana nada que destacar, doble carril por la circunvalación y rectas hasta llegar al pueblo. La fiesta quedaba para después...

Entre Viana y Torres del Río la carretera tiene muy buen asfalto y muy buenas curvas aunque hay mucha raya continua y es fácil quedar detrás de un vehículo. Hay un punto a destacar en este tramo, el cruce de Bargota. Hay un cambio de rasante con curva a derechas que no te esperas y es muy fácil tener un susto. Yo iba buscando ese punto y aún así me sorprendió un poco al encontrarlo. Lo dicho, CUIDADO.

En Torres del Río cojo el desvío a hacía Espronceda y Aguilar de Codes. Carretera algo estrecha y con un asfalto no demasiado bueno pero que aún así me permite mantener un buen ritmo. 

Después de Aguilar de Codes tenía una duda que quería comprobar. No me gusta demasiado la bajada del León Dormido hacia Bernedo porque siempre está húmeda y además en esta época hay que sumarle las hojas caídas de los árboles. Con esta idea en la cabeza, tenía pensado probar la bajada de Aguilar de Codes a Cabredo para después llegar a Bernedo por la parte de abajo. Dicho y hecho, llegado al cruce de Lapoblación decido no cogerlo y bajar hacía Cabredo. La carretera es muy similar a la bajada del León Dormido y además menos bonita así que decido dar media vuelta y volver al cruce de antes para subir a Lapoblación. 

Empezaba a caer el sol y las vistas antes de cruzar el paso del León Dormido eran espectaculares, tanto que no puedo evitar parar a un lado de la carretera para tirar unas fotos que, aunque no hacen justicia a la realidad, al menos ayudan a imaginarla.



Cruzo el León Dormido entre las dos rocas y empiezo la bajada da Bernedo. Como suponía, carretera mojada y llena de hojas caídas. Eso sí, preciosa como siempre.

Entre Bernedo y Ventas de Armentia la carretera es, como díría el mismísimo Jesulín, im-presionante. Asfalto perfecto, carril ancho y buenas rectas mezcladas con curvas alucinantes. Destacar de entre todas ellas dos curvas que más que curvas son dos rotondas consecutivas, la primera de derechas y la segunda de izquierdas. Dos curvas de prácticamente 180 º para acabar en la misma dirección que veníamos. Ya bien entrada la noche llego a Ventas de Armentia y tomo el desvío hacia Herrera.

Llego al puerto tranquilamente y empiezo la bajada pensando en no pasarme la entrada al "Balcón de La Rioja". El desvío está nada más empezar la bajada y, aunque es de noche, consigo no pasarmelo. Las vistas desde allí, aún casi a oscuras, son espectaculares. Uno de los mejores lugares desde los que observar nuestra tierra, vestida por ese manto de viñas. Aunque en la foto no se ve casi nada, al fondo se distinguía la Sierra de la Demanda y el San Lorenzo.


Bajo el puerto de Herrera y justo al llegar al cruce de Laguardia decido tirar recto hacia Navaridas y Elciego. Esta carretera estaba en mal estado y, aunque tiene pocas curvas, había que ir con cuidado. Era de noche y había muchos pegotes de barro dejados por los tractores.

Elciego me saluda con su imponente y moderna bodega de Marqués de Riscal, la cual dejo a mi derecha para seguir la carretera hasta Lapuebla de la Barca. He de reconocer que esperaba que la carretera fuese como la anterior pero nada que ver. El asfalto estaba muy nuevo y en buen estado por lo que pude disfrutar de lo poco que me quedaba de ruta. De Lapuebla de la Barca volví a Logroño por Assa y ahí acabó la diversión.

Ciertamente, una gran tarde de moto...

jueves, 15 de noviembre de 2012

Ruta a Pau

Aunque hace un tiempo que hicimos la ruta todavía no me había puesto a comentarla así que allá voy.

Llega el fin de semana y no tenemos planes (cosa rara) así que nos ponemos a pensar en algo para llenar el sábado que tenemos limpio. No va a llover (cosa rara otra vez) así que el medio de transporte está claro, la V-Strom.

Tras un repaso a ciudades cercanas la decisión está tomada, nos vamos a Pau. La ciudad no es la más bonita de Francia pero tiene sus cosas.
Preparamos unos bocadillos de jamón serrano con tomate (vale que vivamos en Francia pero la tierra tira mucho) y a la carretera.

Este fue el trayecto.


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Salimos de Hendaya por la carretera de la Cornisa.
Este tramo de carretera es uno de los más bonitos que he hecho nunca en moto y tengo la enorme suerte de poder hacerlo muchísimas veces.
Bahía de Loia
Para quien no lo conozca, hablo de la carretera que une Hendaya con San Juan de Luz por la costa. Una carretera con muy buen asfalto y llena de curvas perfectamente trazadas que discurre por un paisaje idílico.
A la izquierda, a tan sólo unos metros de nosotros, la inmensidad del mar Cantábrico en su unión con el océano Atlántico; a la derecha, extensiones de verde hierba donde caballos, ovejas y vacas observan nuestro marchar. A espaldas de éstos, empiezan a divisarse las montañas prepirenaicas.
Supongo que es un lujo vivir en un sitio así y, aunque a veces la rutina de por obvia la belleza de este lugar, es obligación nuestra sentirnos afortunados por residir en un sitio tan especial.

Hasta Bayona subimos por la D810. Esta carretera nacional es bonita pero con un tráfico más que denso. Durante todo el año tiene tráfico pero en verano no tiene nada que envidiarle a la entrada de cualquier gran capital en plena operación retorno. Entre surfistas con sus furgonetas, residentes y turistas, la carretera queda colapsada, teniendo que aprovechar cualquier hueco que aparezca si no queremos convertir un trayecto de media hora en uno de hasta hora y media durante "operación zona de costa" de la que nunca habla la DGT.

Dejamos atrás Bayona y con ella los lugares que conocemos perfectamente para dirigirnos hacia Pau.
La carretera D74 o Route de l'ocean discurre junto al río Adur (l'Adour) por su margen derecho, siendo frontera natural entre los departamentos de Pirineos Atlánticos y Landas. Es una carretera con buen asfalto y  largas rectas donde se agradece el confort que ofrece la V-Strom.

- ¿Qué tal vas? ¿Contenta con el cambio de moto?
- En la gloria, la Bonnie me gustaba pero aquí, ¡aquí voy donde me digas! Esto es un trono.

Oír esto por el intercomunicador me sacó una sonrisa bajo el casco de esas que se recuerdan. Cualquier motero sabe de que sonrisa hablo...

Acercándonos a Peyrohade empezamos a sentir algo de hambre así que al llegar al pueblo decidimos parar en un supermercado a comprar algo de beber que acompañase a los suculentos bocatas que traíamos preparados de casa.

Tras la compra, pensamos que el aparcamiento de un supermercado no era el mejor lugar para comer así que buscamos un lugar agradable donde parar. Salimos del pueblo guiados por una señal que indicaba algún monumento y al final acabamos desviándonos por azar de nuestra ruta prevista. Gracias al azar pudimos parar a comer en Sorde-l'abbaye y cruzar después Salies de Béam, dos localidades que, cada una en su estilo, nos parecieron estar llenas de encanto.

La primera de ellas es un enclave en el Camino de Santiago francés, con una importante iglesia a orillas del río.
No se si el haberlo encontrado por azar influyó o si lo hizo el bocadillo de jamón en la mejor de las compañías pero la verdad es que me hechizó el lugar.
Aparcamos la moto frente a la iglesia y, al mirar a nuestro alrededor, pudimos apreciar que la vida del pueblo gira entorno a su iglesia y los peregrinos que pasan con la intención de llegar a la todavía lejana catedral de Santiago.
Entramos en la Iglesia, donde hay restos de lo que fue una calzada en tiempo de los romanos, y paseamos brevemente los aledaños.
Mientras María preparaba la "mesa" yo tiré unas fotos del exterior. Estaba encantado con el momento y el lugar en el que nos encontrábamos, feliz.
Nos comimos los bocadillos en un abrir y cerrar de ojos y decidimos continuar la ruta para que no se hiciese demasiado tarde. Prácticamente acabábamos de salir de casa y ya había pasado la hora de comer.


En lugar de dar media vuelta y retomar el camino que habíamos abandonado unos kilómetros atrás, pensamos que sería más interesante continuar esta nueva ruta y dejar que el navegador nos reencontrase cuando nosotros quisiéramos.
Así llegamos al segundo pueblo de los que comenté antes, Salies de Béam. Como llevábamos cierto retraso no paramos pero lo que pudimos ver del pueblo nos sorprendió. Queda como pendiente y algún día volveremos, posiblemente de camino a otro de los lugares a los que les debemos una visita, Tarbes.

Retomamos la ruta planeada antes de llegar a Orthez, donde finalmente cogimos la autopista hasta Pau. Dos pasajeros y velocidades un tanto alegres fueron más que suficiente para volver a remarcar las diferencias entre la V-Strom y nuestra anterior Bonneville T100. Ésta era preciosa pero para viajar no hay color, lo siento.

En Pau se nos hizo tarde y estábamos algo cansado así que la vuelta la hicimos por autopista con parada en Orthez para comer algo y visitarlo. Tras varios intentos que acababan en calles cortadas decidimos darlo por imposible así que nos fuimos a comer algo en las afueras.
De ahí, autopista hasta Hendaya que la noche ya se nos había echado encima. Vuelta sin incidencias salvo la lluvia, que también parece menos con la V-Strom.

Para acabar, una foto que me gusta; principalmente por lo que representa.