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jueves, 7 de febrero de 2013

Pingüinos 2013. Parte III

La noche anterior llegamos con frío (sobre todo la pobre María)  y bastante cansados así que la calefacción alta y una buena ración de cama resultaron muy reconfortantes.
Lo primero que hice al levantarme fue mirar por la ventana: "Bien, todo en orden". La moto estaba donde y como la había dejado la noche anterior y además no llovía.
Contento por cómo comenzaba el día me meto en la ducha y... ¡la alcachofa no saca más de un hilo de agua! Ya decía yo que todo iba muy bien.
Salgo medio cabreado y le digo a María que ni lo intente, ante lo cual me contesta que yo ni intente conectarme al wifi, que no funciona (el día anterior tampoco lo hacía correctamente).
No es que sea un experto en hoteles y comprendo que las cosas pueden pasar pero que en un cuatro estrellas no haya presión de agua y no funcione el wifi cuando la ocupación es de casi lleno no lo entiendo.

Bajamos a la cafetería para reunirnos con la otra parejita. Tomamos un buen desayuno, compartimos los problemas del hotel y planteamos la vuelta. Iremos por la A-62 hasta Burgos y allí cogeremos la nacional hasta Logroño.


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Al poco de salir de Valladolid paramos a repostar. Yo preferí no hacerlo ya que tenía de sobra para esperar a la próxima vez que la Scrambler tuviese que hacerlo y así me ahorraba el cargo que tienen las gasolineras en Castilla y León.

Muchos eran los moteros que adelantábamos o nos adelantaban y siempre saludamos. Yo iba en primer lugar, seguido de Toño y Ángel en ese orden.

Todavía no habíamos llegado a la altura de Palencia cuando empezó a llover. "Genial, empieza la fiesta" comentó María por el intercomunicador.
Poco a poco la temperatura iba siendo más baja y la lluvia más "espesa" hasta que perdió su nombre para convertirse en nieve. Los campos de cultivos estaban cada vez más cubiertos de blanco y parecía que iba a más.
Cuando hablamos en el desayuno de la posibilidad de encontrar nieve creí que igual lo hacía en Burgos y en el puerto de La Pedraja por lo que al encontrarla tan pronto empecé a pensar que la cosa se iba a poner fea de verdad.
En algunos puntos nevaba con bastante intensidad y en la carretera ya se marcaba el paso de las ruedas.
Reconozco que nunca había conducido con nieve y la sensación fue maravillosa. Está claro que es peligroso; hay que estar mucho más concentrado y conducir con cuidado. Aún así, la experiencia de los copos cayendo sobre la visera del casco y acumulándose en la pantalla de la moto es única.

Hacía bastante frío y no tenía claro si seguir con la ruta prevista o tomar la autopista en Burgos por lo que paré unos kilómetros antes en una gasolinera. María se había hecho a la idea de parar a tomar algo caliente y retomar la temperatura corporal pero no fue ni mucho menos así.

- ¡Vaya cómo nieva! ¿Qué hacemos? ¿Autopista o nacional?
- Nacional, parece que no lleva tanto tiempo nevando.
- Ok, nacional.

Y ya está, treinta segundos después de parar abandonábamos el lugar, dejando atrás el oasis térmico soñado por María.

Volvimos a la autovía, donde seguía nevando aunque ya con menos intensidad y, aunque circulábamos con precaución, adelantamos algún grupo de moteros.
Fueron unos cuantos grupos los que pasamos en la autovía bajo la nieve, y en ellos viví uno de los mejores recuerdos de este intenso fin de semana.
En todos ellos adelantaba saludando y miraba por el retrovisor para ver si mis compañeros me seguían. Lo hacían, y puedo decir que casi podía ver la cara que los otros moteros (algunos con grandes ruteras) ponían al ver pasar a Toño con la Scrambler sacando la pierna para saludarlos. Alucinaban por que aquel tipo no estuviese congelado con esa moto. ¡Qué pena no haber podido fotografiar la imagen!

Pasamos Burgos y tomamos la nacional. Con suerte ésta estaba limpia de nieve (aunque mojada) y no llovía. Pasamos el puerto de La Pedraja con cuidado, agradecidos por no ver nieve en él, y llegamos al fin a la ansiada parada, Villafranca Montes de Oca. Motos y pilotos sanos y salvos.

Las motos descansando
Los moteros y motera













Entramos al bar y pedimos cuatro caldos calientes con tabasco, nos lo habíamos ganado. Alguien tenía tanto frío que estoy seguro de que se planteó echárselo por encima en lugar de beberlo...

Para nosotros ya había pasado "lo malo" pero no sabía si Barbo y familia estaban ya a salvo. Llamé por teléfono para avisarles del estado de la carretera y, al escuchar que estaban ya cerca de casa, me quedé tranquilo.

Tomamos los caldos tranquilos, sabiendo que a partir de ahí ya no habría problemas con el tiempo y decidimos entrar en La Rioja para repostar.

Con el cuerpo más templado nos pusimos en camino hasta Santo Domingo de la Calzada, donde pusimos gasolina en las motos y nos despedimos. Abrazos, besos y la promesa de acudir a Faro este verano.
Desde allí cada uno iría apartando en su salida. La nuestra, Logroño, llegó pronto; y con ella el punto y aparte (pues volveremos el año que viene) a este fin de semana.

Moto llena de las manchas del viaje
A la conclusión de este fin de semana las sensaciones no pueden ser mejores. Acudir a la concentración de Pingüinos es algo que siempre había querido hacer, incluso cuando no tenía moto. Hacerlo con buenos amigos y compañeros de ruta no ha hecho más que ensalzarlo.
Mención a parte merece lo de María. Ella es del sur, muy del sur; por lo que el frío lo lleva fatal. Aún así he de reconocer que no sólo se animó a venir si no que no se ha quejado en ningún momento y eso que alguna situación lo merecía.
Supongo que muchas veces no me doy cuenta (por mucho que Toño me lo recuerde) de la suerte que es que tu pareja ame viajar en moto casi tanto como tú así que GRACIAS por venir.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Pingüinos 2013. Parte II

Comienzan los preparativos
La mañana amaneció sin prisa. Toño y Ángel llegarían a Valladolid para la hora de comer y hasta las 12:00 no era el "desfile de banderas" que queríamos ver.

Hacía frío y el cielo lucía un amenazador gris tormenta así que nos equipamos lo mejor posible , metimos en el navegador la dirección del hotel y emprendimos la marcha.
Al poco de salir, paramos para llenar el depósito. Al otro lado del surtidor un BMW Z4 con todos los extras. Sonrío bajo el casco y pienso: "Ninguna envidia, nosotros tenemos la V-Strom".

La A-62 hasta el hotel estaba llena de grupos de moteros a los que, como hacemos siempre, fuimos saludando a dúo. En la puerta del hotel, moteros venidos desde Portugal, los saludamos y subimos a dejar las cosas en la habitación.

Una llamada inesperada. Era Toño, del "Club Motorista Daganzo" . Habíamos estado hablando pero no era seguro que fuese a venir a Pingüinos. Estaban en el recinto e iban a salir hacia Valladolid por lo que quedamos en vernos por Acera de Recoletos.

Vuelta a la moto y camino al centro. La sensación al entrar en Pucela fue muy sorprendente. Imaginaba que habría motos pero la verdad es que la ciudad estaba llena por todas partes, tanto circulando como aparcadas.
Dejamos la moto al principio del paseo y fuimos a ver lo que tenían allí montado. Sin menospreciar a los pilotos del Stunt y el Freestyle, el mayor espectáculo era ver las hileras de motos aparcadas. Motos de todos los colores y tipos (como debe ser, en la variedad está el gusto).

Había parejas de baile que se complementaban muy bien (Foto 1), parejas de "gemelas sexys y peligrosas" (foto 2) y hasta paisanos (foto 3).

Foto 1
Foto 2
Foto 3











Llamamos a Barbo (iba a ir con la familia en coche) que estaría con los del Club Venture aunque no sabíamos dónde porque tenían una agenda bastante completa. Resultó estar visitando una bodega por lo que, en caso de vernos, no sería hasta después de comer (al final no pudo ser).

Volvimos a hablar con Toño (Daganzo) y nos comentó que venían detrás de las banderas. Había muchas motos y tardarían en llegar porque iban en la parte de atrás.

Nosotros vimos la llegada del desfile mientras esperábamos a los chicos (y chica) de Daganzo.
  















Ya había pasado todo el mundo cuando a lo lejos se empezó a escuchar el rugido de una moto.
"Está claro, es Toño. Ahí vienen".
Como dije antes no estaba claro que fuese a venir alguien de ellos pero finalmente allí aparecieron cinco motos con seis valientes: Toño, Kinder, Rubio, Albertin, Jgutty y Silvia.

Saludos y abrazos con esta buena gente. A algunos ya los conocíamos y a los que no fue un placer hacerlo. Buen grupo con muy buen ambiente. Con estas características estaba claro; nos fuimos a un bar a tomar algo calentito y contar batallas...

Ángel y Toño llamaron para decir que estaban en el hotel por lo que pronto estaríamos todos.

Gracias a los familiares de Rubio, que se unieron al grupo, encontramos un buen sitio para comer.

Toño, Ángel y yo con las sartenes
Rubio, Albertin y Kinder arreglando el mundo.


Dejaron de comer sólo para posar

Qué bonito es el amor...
Después de comer quisimos ir a una de las pastelerías famosas de Valladolid pero debe ser que una ciudad llena de potenciales clientes asustó al dueño y decidió no hacer caja ese día.
Sin postre pero con ganas de café, aparecimos en la planta de arriba de una cafetería con cámaras.
Allí siguió el ambiente distendido (como puede verse en la foto) y las charlas sobre temas diversos. Había mujeres por lo que nos salimos de las típicas conversaciones sobre ellas y las motos...
Decidimos quedarnos por el centro ya que era donde habría ambiente en lugar de ir al pinar y fue un acierto.
Volvía a haber Freestyle y Stunt en Acera de Recoletos así que allí nos fuimos.

Foto de grupo
Vimos un rato el espectáculo y paseamos ente las motos aparcadas.
Luego, iríamos todos a Puente Duero para ver los puestos y que los chicos del "Club Motorista Daganzo" palpasen el ambiente antes de volverse a casa.

Listos para salir
Rubio
Jgutty y Silvia

Ángel
Toño y Kinder



Sin comentarios...
Toño 



En Puente Duero se nos hizo de noche y nos despedimos de nuestro amigos de Daganzo. Ellos volvían a casa y nosotros nos íbamos al recinto de Pingüinos.


Aparcamos las motos y nos fuimos a comprar la entada. 

Felices al llegar
Parejita feliz



A Toño le niegan sus pegatinas
Entramos al recinto y fuimos directos a repostar, estábamos secos. Nunca había estado en una concentración con camping así que no tenía claro como se organizaría. Pingüinos tiene un pasillo principal que hace de entrada, en cuyo final estaba el escenario, con una gran pantalla. A un lado de éste, la zona de restaurantes (sitios de bocadillos y hamburguesas más bien) y comedor. Al otro lado del escenario estaban las tiendas y puestos moteros. La zona de acampada se extendía a ambos lados del pasillo central. Esperaba encontrar más "concesionarios" (sólo estaba Triumph) y tiendas de marcas como Givi, Alpinestar, Dainese... pero no es así. Hay bastantes tiendas pero más bien son puestos con prendas y accesorios "sin marca" o de marcas menos conocidas.Ya con el refrigerio en la mano nos fuimos a pasear y ver curiosidades, que había unas cuantas...








Cenamos, buscamos a Miquel Silvestre bajo una intensa lluvia y subimos en las motos de Triumph. La Trophy y la Explorer impresionan, siendo la segunda mi preferida entre ambas (a falta de probarlas).




Hartos de lluvia, dejamos a Ángel y María protegidos en la carpa de Solo Moto pero al volver algo había pasado. La carpa estaba cerrada y el arco hinchable que les protegía de la lluvia lo habían quitado. Con razón dicen que la necesidad agudiza el ingenio...


A Miquel Silvestre no lo encontramos (una verdadera lástima) pero en su búsqueda conseguimos meternos en la caseta de la organización y que nos diesen pegatinas. 
Antes de irnos queríamos ver el desfile de antorchas. Nos recomendaron ir andando así que nos dimos un buen paseo ida y vuelta para verlo.




El paseo, el rato parados y la vuelta al recinto acabaron con las pocas energías que nos quedaban así que decidimos volver al hotel.
Fuimos a por las motos. El suelo era un lodazal así que menos mal que elegimos un buen sitio para dejarlas, donde no había demasiada capa de tierra blanda. Hacía bastante frío así que calentamos motores y dirección al hotel.

Motos en el barro
Había sido un día genial y todo había salido a la perfección. Eso sí, estábamos muertos y tocaba descansar. 

Sigue...

domingo, 3 de febrero de 2013

Pingüinos 2013. Parte I

Puesto que no me gusta publicar entradas demasiado largas (debe ser por mi pereza para leerlas luego), he decidido comentar el fin de semana de Pingüinos 2013 en tres partes: Viernes, Sábado y Domingo.

Vamos con la primera...

Siempre digo que todo amante de las motos debe hacer dos cosas imprescindibles en nuestro país. Una es asistir a uno de los grandes premios que en él se celebran (la tengo pendiente) y la otra, acudir a Pingüinos. Pues bien, para está segunda cita imprescindible había llegado su hora.

Llevábamos tiempo hablando del tema en el foro "Desmotriumph" y, aunque estaba un poco en el aire, parecía claro que el grupo quedaría reducido a tres motos y cuatro valientes: Toño con su incansable Scrambler (Blog), Ángel con su Fazer (un placer conocerlo) y María y Yo con la V-Strom.

Como había algún indeciso y teniendo el comodín de mi familia en Palencia decidimos esperar a última hora para ver si buscábamos algo o volvíamos a hacer la noche del sábado allí.
Hasta el jueves, Toño no pudo resolver un imprevisto en el horario del curro, por lo que sólo entonces confirmamos la asistencia, hablamos por teléfono y decidimos buscar algo para dormir en Valladolid.
Encontramos un hotel con buena pinta, a buen precio y muy accesible desde la A-62; lo cogimos. No había dudas ni marcha atrás así que personalmente ni miré la previsión meteorológica.

La mañana del viernes la dediqué, sin madrugar mucho, a poner a punto la moto (engrasar, revisar la presión de los neumáticos, llenar el depósito...), colocar la ropa que iba a llevar y preparar la equipación de María y  la mía.
María y el frío no son precisamente amigos así que Pingüinos era un reto para ella. Como agradecimiento a tal esfuerzo me fui a comprarle algo más de equipo para el frío.

Después de comer era la hora de salir. Hacía buen día (para estas fechas) y no queríamos viajar mucho tiempo de noche para que no bajase en exceso la temperatura. La ruta era sencilla, mucha autovía y nacional buena.



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Salimos de Logroño con día despejado y buena temperatura.
Estamos, en Enero y los 9 ºC de un día soleado se agradecen para viajar en moto. Pantalla casi recién estrenada, buen día y la mejor de las compañías me llevan sin darme cuenta, habiendo pasado los pueblos de Nájera y Santo Domingo de la Calzada entre otros, hasta el puerto de la Pedraja. Subimos, bajamos, dejamos Atapuerca a un lado y llegamos a Burgos.

- ¿Vas bien?
- Sí, muy bien. Como siempre.
- ¿Tienes frío?
- No, voy bien.
- Ok, no paramos entonces.

Tomamos la A-62. El día comienza a llegar a su fin y la temperatura ya está bajando (6 ºC). Viajamos cómodamente y la autonomía de la V-Strom es más que suficiente para no tener que parar. Ponemos ritmo crucero y hasta Palencia.
Recién llegados a Palencia
Viaje muy plácido aunque algo fresco puesto que llegamos con no más de 5ºC. Eso sí, María llegó todavía con ganas de posar para la foto.

Mi primo estaba en un curso. Como tardaría un rato, decidimos subir al piso, cambiarnos y salir a tomar algo con mi amigo Somo.

Palencia es una ciudad pequeña y muy manejable y debíamos ir de una punta a la otra. Esto nos permitió prácticamente visitarla.

Volvimos a casa para juntarnos con mi primo (y compañía, que no se me olvida) e ir a cenar.
El sitio lo tenía claro. Posiblemente el bar más carismático de toda la ciudad (Ver foto). Aunque al final sólo fue un pincho allí.

Al fin pude visitar este mítico lugar
En otro sitio cogimos comida para llevar y la comimos en casa. Cenamos, charlamos y pasamos un buen momento.
El viaje no había casi ni comenzado y ya había merecido la pena.

Sigue...