¡Mis primeros kilómetros fuera del asfalto!
Ver mapa más grande
Un martes por la mañana, salgo de trabajar, hace sol y me encuentro con ganas de hacer un poco el dominguero así que... ¡Allá voy!
Como mi experiencia en conducción off-road es simplemente inexistente decido buscar un camino conocido y en buen estado. La zona entre Sotes, Hornos de Moncalvillo y Navarrete la conozco de hacerla en bici y sé que combina algún tramo hormigonado con pistas más o menos buenas.
Había llovido unos días antes por lo que se mezclaban zonas arcillosas blandas con caminos llenos de gravilla secos.
Salgo del asfalto en la carretera que va hacia Hornos de Moncalvillo. Al principio el camino no queda claro si es asfalto muy deteriorado o camino algo asfaltado pero lo que si tiene es gravilla.
Entro despacio, con mucha precaución. Las sensaciones son muchas pero principalmente cautela. El camino está en bajada y con mucha gravilla hasta llegar a un riachuelo, donde empieza a subir y la gravilla desaparece. Hasta ahí todo sencillo ya que no hay prácticamente giros que es donde más "respeto" me da la gravilla (sin contar las frenadas).
Ahora el camino es el típico de viñas que todos aquí en La Rioja conocemos. Como hacía unos días había estado lloviendo, todavía estaba húmedo, con algún pequeño charco y roderas de otros vehículos que prácticamente estaban secas. Me convenzo a mi mismo de que no pasa nada y abro gas, tratando de anticipar la trayectoria a seguir evitando caer en roderas y zonas más húmedas.
Estoy puesto de pie sobre las estriberas para tener mejor control de la moto y ver lo que tengo bajo mi rueda delantera.
Este tramo no son más de 500 metros, tras los cuales hay una zona hormigonada. Paro un momento y hago un par de fotos a las ruedas. Parece que no estaba haciendo gran cosa pero las ruedas y el frontal de la quilla (no tengo la foto) dicen lo contrario.
Tras el hormigón, una recta en subida con más agua que el tramo anterior. Es corta y al final tiene una zona de barro que ocupa todo el ancho del camino. Lo bueno es que es corto y que justo acaba donde el camino se convierte en asfalto.
Decidido, acelero sin vacilar, manteniéndome de pie y lo supero sin ningún problema.
Acabo de entrar en una zona asfaltada que lleva al pueblo pero al poco tiempo, giro a la izquierda, orientándome hacia Navarrete.
Poco a poco el camino se va fundiendo con la tierra y las piedras hasta que desaparece por completo. Aquí el terreno está seco y podría rodarse rápido, cosa que no hago; es importante conocer tus límites. Definitivamente, una de las cosas que reconozco no dominar es cómo deben tomarse las curvas en caminos secos con mucha piedrilla suelta. Me da la sensación de que si giro el manillar se me va a ir la rueda delantera y si trato de inclinar la moto como en carretera se me van a ir las dos. Supongo que la experiencia me dará la respuesta...
El camino empieza a cambiar. Desaparece la gravilla, ahora es arcilla seca con roderas que voy evitando. A un lado tengo viñas y a mi izquierda, aunque no puedo verlo, tengo el pantano de Valbornedo.
El camino está cada vez más roto pero decido seguir adelante, le estoy cogiendo el gusto a lo marrón. Hago un giro a la izquierda y empiezo una bajada en bastante mal estado. Voy muy despacio y en primera para retener bien la moto. A los pocos metros, aparece un charco con mucha agua que ocupa todo el camino. Se ve con cierta profundidad y anchura así que decido lo más coherente: media vuelta.
Regreso por el mismo camino y, al igual que al venir, ruedo en marchas largas y casi siempre de pie sobre la moto. Prefiero llevar machar largas ya que así el puño es menos sensible a posibles errores que pueda cometer.
Soy consciente de que no ha sido gran cosa pero para mi ha resultado especial. Me queda mucho por aprender en carretera y todo en lo marrón pero poco a poco sé que esto irá a más.
Me ha picado el gusanito ese que, como dice mi amigo Toño, sólo se siente fuera del asfalto. El off-road es especial y eso no puede negarse.
Ahora sólo me queda seguir creciendo...