Vamos con la primera...
Siempre digo que todo amante de las motos debe hacer dos cosas imprescindibles en nuestro país. Una es asistir a uno de los grandes premios que en él se celebran (la tengo pendiente) y la otra, acudir a Pingüinos. Pues bien, para está segunda cita imprescindible había llegado su hora.
Llevábamos tiempo hablando del tema en el foro "Desmotriumph" y, aunque estaba un poco en el aire, parecía claro que el grupo quedaría reducido a tres motos y cuatro valientes: Toño con su incansable Scrambler (Blog), Ángel con su Fazer (un placer conocerlo) y María y Yo con la V-Strom.
Como había algún indeciso y teniendo el comodín de mi familia en Palencia decidimos esperar a última hora para ver si buscábamos algo o volvíamos a hacer la noche del sábado allí.
Hasta el jueves, Toño no pudo resolver un imprevisto en el horario del curro, por lo que sólo entonces confirmamos la asistencia, hablamos por teléfono y decidimos buscar algo para dormir en Valladolid.
Encontramos un hotel con buena pinta, a buen precio y muy accesible desde la A-62; lo cogimos. No había dudas ni marcha atrás así que personalmente ni miré la previsión meteorológica.
La mañana del viernes la dediqué, sin madrugar mucho, a poner a punto la moto (engrasar, revisar la presión de los neumáticos, llenar el depósito...), colocar la ropa que iba a llevar y preparar la equipación de María y la mía.
María y el frío no son precisamente amigos así que Pingüinos era un reto para ella. Como agradecimiento a tal esfuerzo me fui a comprarle algo más de equipo para el frío.
Después de comer era la hora de salir. Hacía buen día (para estas fechas) y no queríamos viajar mucho tiempo de noche para que no bajase en exceso la temperatura. La ruta era sencilla, mucha autovía y nacional buena.
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Salimos de Logroño con día despejado y buena temperatura.
Estamos, en Enero y los 9 ºC de un día soleado se agradecen para viajar en moto. Pantalla casi recién estrenada, buen día y la mejor de las compañías me llevan sin darme cuenta, habiendo pasado los pueblos de Nájera y Santo Domingo de la Calzada entre otros, hasta el puerto de la Pedraja. Subimos, bajamos, dejamos Atapuerca a un lado y llegamos a Burgos.
- ¿Vas bien?
- Sí, muy bien. Como siempre.
- ¿Tienes frío?
- No, voy bien.
- Ok, no paramos entonces.
Tomamos la A-62. El día comienza a llegar a su fin y la temperatura ya está bajando (6 ºC). Viajamos cómodamente y la autonomía de la V-Strom es más que suficiente para no tener que parar. Ponemos ritmo crucero y hasta Palencia.
| Recién llegados a Palencia |
Mi primo estaba en un curso. Como tardaría un rato, decidimos subir al piso, cambiarnos y salir a tomar algo con mi amigo Somo.
Palencia es una ciudad pequeña y muy manejable y debíamos ir de una punta a la otra. Esto nos permitió prácticamente visitarla.
Volvimos a casa para juntarnos con mi primo (y compañía, que no se me olvida) e ir a cenar.
El sitio lo tenía claro. Posiblemente el bar más carismático de toda la ciudad (Ver foto). Aunque al final sólo fue un pincho allí.
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| Al fin pude visitar este mítico lugar |
El viaje no había casi ni comenzado y ya había merecido la pena.
Sigue...

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