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lunes, 24 de junio de 2013

Bárdenas Reales

De repente suena el teléfono. Un mensaje breve y directo:

- "A las 16 horas en mi pueblo. Nos vamos a las Bárdenas". 
- No se hable más (siempre he sido fácil de convencer para estas cosas).

Era el día. Tras innumerables charlas hablando de aquel maravilloso desierto al fin era mi momento.



Cogí la moto con la ilusión de una ruta distinta, una ruta especial.

Scrambler a la sombra
Tras unos kilómetros de carretera nacional sin mayor importancia, llegué al lugar indicado.
Allí estaba esperándome mi amigo 865Scram con su preciosa Triumph Scrambler de color verde militar. Descansaba a la sombra, quizá intuía que aquella sería posiblemente la última hasta su regreso.

Una breve parada, un saludo de complicidad, dos indicaciones sobre la ruta a seguir, llave al contacto, primera y a rodar...

Siempre en dirección al este, y con el desierto en nuestras cabezas; fuimos atravesando La Rioja Baja. Hacía calor y este lugar no es precisamente húmedo (ni siquiera este año).

La ruta transcurrió tranquila, preparándonos para las piedras y el polvo...

En la entrada

Antes de entrar por completo al parque, decidimos otear el horizonte.  

Bombardeo
Vista panorámica













Las vistas desde arriba son increíbles pero creo que no hacen justicia. Con ello quiero decir que, cuando ves la zona a lo lejos, no percibes realmente cómo es y las formaciones geológicas que tiene. 

Una vez dentro, llegamos hasta el cuartel de la G.C. Allí abandonamos el asfalto y tomamos una larga recta: pedregosa, polvorienta, preciosa...

Casi al final de ella decidimos aparcar las motos en el camino para subir las escaleras hasta un mirador. "Ahora sí, esto ya es el desierto". 

En medio del silencio se escuchó una fuerte explosión y al mirar hacía el ruido pudimos ver el humo. Hubo algunas más, suponemos que serían pruebas militares.

Alto en el camino
Volvimos a coger las motos y decidimos dar tranquilamente la vuelta al parque, lo que supone unos cuantos kilómetros. 

Nunca había recorrido en moto tanta distancia fuera de lo negro y si bien la pista no suponía ninguna dificultad, las sensaciones fueron muy buenas.

Fuera del asfalto el nivel de concentración es todavía mayor pero también lo es la sensación de libertad.

El suelo no es para nada igual de estable ni está pensado para agarrarse a tus neumáticos, las piedras se mueven bajo tus pies y el polvo del camino hace que no puedas ver (o no dejes ver a tu compañero) lo que se acerca ante ti.

V-Strom
Scrambler
"The Tavern"
De la vuelta poco que comentar, lo especial ya estaba hecho (o eso creía yo).

La conclusión es clara: una tarde para recordar...

Buena compañía, ruta, kilómetros, asfalto, calor, bombardeos, arena, polvo, piedras, recuerdos de niñez... y la recta, esa recta inamovible que nos espera hasta una próxima vez.

"La recta"

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